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Spanish to Portuguese: La idiotización de la sociedad como estrategia de dominación General field: Social Sciences Detailed field: Government / Politics
Source text - Spanish La idiotización de la sociedad como estrategia de dominación
La gente está imbuida hasta tal extremo en el sistema establecido, que es incapaz de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder. Para conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad. En el entretenimiento vacío, el comportamiento zafio e irrespetuoso se considera valor positivo, como vemos constantemente en la televisión, en los programas basura llamados “del corazón”, y en las tertulias espectáculo en las que el griterío y la falta de respeto es la norma, siendo el fútbol espectáculo la forma más completa y eficaz que tiene el sistema establecido para aborregar a la sociedad.
En esta subcultura del entretenimiento vacío, lo que se promueve es un sistema basado en los valores del individualismo posesivo, en el que la solidaridad y el apoyo mutuo se consideran como algo ingenuo. En el entretenimiento vacío todo está pensado para que el individuo soporte estoicamente el sistema establecido sin rechistar. La historia no existe, el futuro no existe; sólo el presente y la satisfacción inmediata que procura el entretenimiento vacío. Por eso no es extraño que proliferen los libros de autoayuda, auténtica bazofia psicológica, o misticismo a lo Coelho, o infinitas variantes del clásico “cómo hacerse millonario sin esfuerzo”. En última instancia, de lo que se trata en el entretenimiento vacío es de convencernos de que nada puede hacerse: de que el mundo es tal como es y es imposible cambiarlo, y que el capitalismo y el poder opresor del Estado son tan naturales y necesarios como la propia fuerza de gravedad. Por eso es corriente escuchar: “es algo muy triste, es cierto, pero siempre ha habido pobres oprimidos y ricos opresores y siempre los habrá. No hay nada que pueda hacerse”.
El entretenimiento vacío ha conseguido la proeza extraordinaria de hacer que los valores del capitalismo sean también los valores de los que se ven esclavizados por él. Esto no es algo reciente, La Boétie, en aquel lejano siglo XVI, lo vió claramente, expresando su estupor en su pequeño tratado Sobre la servidumbre voluntaria, en el que constata que la mayor parte de los tiranos perdura únicamente debido a la aquiescencia de los propios tiranizados. El sistema establecido es muy sutil, con sus estupideces forja nuestras estructuras mentales, Y para ello se vale del púlpito que todos tenemos en nuestras casas: la televisión. En ella no hay nada que sea inocente, en cada programa, en cada película, en cada noticia, siempre rezuma los valores del sistema establecido, y sin darnos cuenta, creyendo que la verdadera vida es así, nos introducen sus valores en nuestras mentes.
El entretenimiento vacío existe para ocultar la evidente relación entre el sistema económico capitalista y las catástrofes que asolan el mundo. Por esto es necesario que exista el espectáculo vacuo: para que mientras el individuo se autodegrada revolcándose en la basura que le suministra el poder por la televisión, no vea lo obvio, no proteste y continúe permitiendo que los ricos y poderosos aumenten su poder y riqueza, mientras las oprimidos del mundo siguen padeciendo y muriendo en medio de existencias miserables.
Si seguimos permitiendo que el entretenimiento vacío continúe modelando nuestras conciencias, y por lo tanto el mundo a su antojo, terminará destruyéndonos. Porque su objetivo no es otro que el de crear una sociedad de hombres y mujeres que abandonen los ideales y aspiraciones que les hacen rebeldes, para conformarse con la satisfacción de unas necesidades inducidas por los intereses de las élites dominantes. Así los seres humanos quedan despojados de toda personalidad, convertidos en animales vegetativos, siendo desactivada por completo la vieja idea de luchar contra la opresión, atomizados en un enjambre de egoístas desenfrenados, quedando las personas solas y desvinculadas entre ellas más que nunca, absortas en la exaltación de sí mismas.
Así, de esta manera, a los individuos ya no les queda más energía, para cambiar las estructuras opresoras (que además no son percibidas como tales), ya no les queda fuerza ni cohesión social para luchar por un mundo nuevo. No obstante, si queremos revertir tal situación de enajenamiento a que estamos sometidos, solo queda como siempre la lucha, solo nos queda contraponer otros valores diametralmente opuestos a los del espectáculo vacuo, para que surja una nueva sociedad. Una sociedad en que la vida dominada por el absurdo del entretenimiento vacío sea tan solo un recuerdo de los tiempos estúpidos en que los seres humanos permitieron que sus vidas fueran manipuladas de manera tan obscena.
Translation - Portuguese A idiotização da sociedade como estratégia de dominação
As pessoas estão tão imersas no sistema estabelecido que são incapazes de conceber alternativas aos critérios impostos pelo poder. Para conseguí-lo, o poder se vale do entretenimento fútil, com o objetivo de entorpecer nossa sensibilidade social, e nos acostumar a ver a vulgaridade e a estupidez como as coisas mais normais do mundo, nos tornando incapazes de alcançar uma consciência crítica da realidade. No entretenimento fútil, o comportamento tosco e irrespeitoso se considera um valor positivo, como vemos constantemente na televisão, nos repugnantes programas conhecidos como "imprensa rosa", e nos espetáculos de massa onde a gritaria e a falta de respeito são normas, sendo o futebol a forma mais completa e eficaz que o sistema tem utilizado para entorpecer a sociedade.
Nesta subcultura do entretenimento fútil, o que se promove é um sistema baseado nos valores do individualismo possessivo, e em que a solidariedade e o apoio mútuo são considerados ingenuidade. No entretenimento fútil, tudo se passa para que o indivíduo suporte estoicamente o sistema estabelecido sem resistir. A história não existe, o futuro não existe, só existe o presente e a satisfação imediata proporcionada pelo entretenimento vago. Por isso não é estranho que os livros como os de autoajuda, autêntica psicologia depreciável, o misticismo a la Coelho, ou infinitas variantes do clássico "Como se tornar milionário sem esforço" se proliferem. Em última instância, a ideia do entretenimento fútil é nos convencer de que nada pode ser feito; de que o mundo é como é e é impossível mudá-lo, e que o capitalismo e o poder opressor do estado são tão naturais e necessários como a própria força da gravidade. Por isso é comum escutar: "É algo muito triste, sem dúvidas, mas sempre houve pobres oprimidos e ricos opressores, e sempre haverá. Não há nada que se possa fazer".
O entretenimento fútil conseguiu a proeza extraordinária de fazer com que os valores do capitalismo sejam também os valores daqueles que se vêm escravizados por ele. Isso não é algo recente, La Boétie, no longínquo século XVI veio expressando claramente seu espanto em seu pequeno tratado sobre a servidão voluntária. No qual constata que a maior parte dos opressores perdura únicamente por ter cúmplices entre os próprios oprimidos. O sistema estabelecido é muito sutil, com sua estupidez forja nossas estruturas mentais, e para isso se vale do púlpito que todos temos em nossas casas: A televisão. Nela não há nada que seja inocente, em cada programa, em cada filme, em cada notícia, sempre resume os valores do sistema vigente, e, sem darmos conta, passamos a acreditar que a verdadeira vida é assim. Nos introduzem seus valores em nossas mentes.
O entretenimento fútil existe para ocultar a evidente relação entre o sistema econômico capitalista e as catástrofes que assolam o mundo. Por isso é necessário que exista esse espetáculo fútil, para que enquanto o indivíduo se autodegrada, afundando no lixo oferecido pelo poder através da televisão, não perceba o óbvio, não proteste e continue permitindo que os ricos e poderosos aumentem seu poder e riqueza, enquanto os oprimidos do mundo seguem padecendo e morrendo em meio a existências miseráveis.
Se seguirmos permitindo que o entretenimento fútil continue moldando nossa consciência, e por tanto o mundo ao seu capricho, ele terminará nos destruindo. Porque seu objetivo não é outro senão o de criar uma sociedade de homens e mulheres que abandonem os ideais e as aspirações que os fazem revolucionários, para conformar-se com a satisfação de umas necessidades induzidas pelos interesses das elites dominantes. Assim os seres humanos se encontram despojados de toda a personalidade, convertidos em animais vegetativos, sendo desativada por completo a ideia de lutar contra a opressão, atomizados em um enxame de egoístas desenfreados, deixando, mais do que nunca, as pessoas sozinhas e desvinculadas entre elas, focadas na exaltação de si mesmas.
Assim, dessa forma, aos indivíduos não restam mais energias para mudar as estruturas opressoras (que alías não são percebidas como tais), já não lhes resta força nem coesão social para lutar por um mundo novo. Não obstante, se quisermos reverter tal situação de alienação a que estamos submetidos, só nos resta, como sempre, a luta. Só nos resta contrapor outros valores fundamentalmente opostos aos do espetáculo fútil, para que surja uma nova sociedade. Uma sociedade na qual a vida dominada pelo absurdo do entretenimento fútil seja somente uma memória dos tempos estúpidos em que os seres humanos permitiram que suas vidas fossem manipuladas de maneira tão obscena.
Spanish to Portuguese: Contraste de valores General field: Social Sciences Detailed field: Esoteric practices
Source text - Spanish Contraste de Valores
Marc Torra
La dualidad entre virtud y defecto
LOS VALORES AGRUPAN aquel conjunto de virtudes que una sociedad considera por encima de las demás. Constituyen cualidades que esa sociedad buscará difundir, en el mejor de los casos, o imponer en el peor.
Cada cultura o comunidad incentiva su propio conjunto de valores, los cuales no tienen porque coincidir con los de otras culturas. De hecho, en muchos casos los valores serán distintos, permitiendo que de ese contraste surja la diversidad y de la tensión creada, el equilibrio de fuerzas. Sin embargo, la sociedad moderna actual se halla en desequilibrio, pues unos pocos valores predominan sobre el resto. Son valores a los que se les han negado sus complementarios, impidiendo que puedan ser convenientemente armonizados, lo cual hace del valor un defecto más que una virtud.
Virtud y defecto constituyen conceptos duales. Ello significa que constituyen las dos caras de una misma moneda―lo que para unos es virtud, para otros es defecto, o lo que constituye virtud en una situación concreta, puede ser un defecto en un contexto distinto. Por ejemplo, el ser sosegado es una virtud, pero esa serenidad interior tal vez se esté logrando a cambio de ser extremadamente frío y cerebral. El ser empático también es una virtud, pero esa misma empatía tal vez se esté alcanzando a cambio de ser sensiblero y emocional. Por ello, sosegado y frío constituyen conceptos duales, así como también lo son empático y sensiblero.
¿Como lograr expresar la virtud y no su dual―el defecto? En una dualidad si negamos su aspecto negativo, éste acabará por crecer hasta poseernos. Una forma de negarlo es creerse que solo poseemos el aspecto positivo. En el caso que nos ocupa ello implica creerse que poseemos la virtud, pero no su manifestación como defecto. Tal pretensión nos llevará a ser poseídos por su dual, tal como se explica en el artículo Poseídos por el Tiempo para la dualidad espacio/tiempo. De ahí que en vez de negar el defecto, lo que debamos hacer es armonizarlo con la virtud. Solo así evitaremos que ese defecto pueda crecer a la sombra de nuestra consciencia hasta acabar por dominarnos.
¿Pero cómo podemos armonizarlo? El primer paso es reconocer que en una dualidad lo uno no puede ser separado de lo otro. Las dualidades se comportan como imanes*―*por mucho que un imán se parta en dos, cada una de sus partes seguirá expresando un polo positivo y otro negativo, sin que podamos pretender quedarnos solo con su polo positivo. Ello lo expresa de una forma extremadamente lúcida el escritor de origen cheyenne Hyemeyohsts Storm cuando escribe:
A esta gente (los europeos) les han contado los sotanas negras (el clero) que el bien y el mal existen como conceptos separados. Al hablar con ellos sobre dicha filosofía pudimos descubrir su confusión. Han desmembrado ambos conceptos. Pero éstos no están separados. Son como las dos ramas principales de un mismo árbol que se bifurcan y si una mitad intenta desprenderse de la otra, el árbol acabará tullido o morirá. Nos hemos dado cuenta de cómo esta gente intenta partir el árbol con su ley, pero las leyes no pueden dividir en dos ese árbol. En vez de tomar dicho sendero tan doloroso y poco productivo, debemos armonizar la paradoja de nuestra naturaleza dual con la unidad que nos define el Universo (Hyemeyohsts Storm 1975, Seven Arrows, Ballantine Books, New York: EEUU. pg 125)
Lo que si podemos hacer con una dualidad es armonizarla, para lograr que siempre exprese su rostro amable. Es como la Luna, que siempre nos muestra la misma cara, sin que ello signifique que su cara oculta haya desaparecido.
Por Dylan Odonnell. Imagen de Dominio Público.
Siempre nos muestra la misma cara debido a un fenómeno llamado acoplamiento de marea. Tal acoplamiento se da cuando un cuerpo celeste pierde su rotación propia, debido a la fricción ejercida por otro cuerpo celeste. Al perderla, aquella cara en la que se concentre la mayor masa acabará siendo la que siempre apunte al cuerpo celeste que le hizo perder su movimiento propio. Es como atar un peso a una rueda para entonces hacerla girar. Al principio girará, pero una vez pierda su inercia inicial, la atracción terrestre hará que esa parte de la rueda a la que se le añadió peso extra acabe siempre por apuntar hacia abajo.
Lo mismo podemos hacer con las dualidades, armonizarlas de tal forma que siempre muestren su cara amable. Para ello necesitamos encontrar los complementarios de esa dualidad y unir aquella expresión en la que nos queramos anclar con su complementario. Es como la Luna, que tiene en la Tierra a su complementario, y se acopla a ella una vez perdida su inercia inicial. Pues de la misma forma, debemos lograr que la dualidad entre nuestras virtudes y defectos acaben por perder su inercia inicial, para entonces acoplar las virtudes con sus complementarios.
¿Cómo encontrar el complementario? Para ello existe una fórmula muy concreta que nos dice:
El complementario es el opuesto del dual
En el caso de las virtudes, la fórmula nos está indicando cómo la virtud complementaria es el opuesto del defecto asociado a esa virtud. Por ejemplo, si el ser sosegado tiene su expresión dual en la frialdad, el opuesto de esa frialdad, es decir, el ser cálido, sensible y empático, será su complementario.
Atributos de Agua
Si la cautela tiene en el temor a su dual, el opuesto del temor, es decir, el coraje, será el complementario de la cautela y la imprudencia el opuesto de la cautela.
Atributos de Tierra
Si el optimismo tiene al pesimismo como opuesto, y el pesimismo al realismo como dual, el ser realista constituye pues el complementario del ser optimista.
Atributos de Aire
¿Por qué el opuesto de un defecto nos permite evitar ese defecto? Nos permite evitarlo pues el opuesto, por definición, es la negación de algo y así como se puede expresar algo y a la vez su dual, o se puede unir algo a su complementario, los opuestos no pueden expresar simultáneamente. Se pueden alternar, pero nunca expresarse a la vez. Por ejemplo, se puede ser frío y sosegado (duales), pero no podemos ser fríos y empáticos a la vez, ni podemos ser sosegados y sensibleros a la vez. Podemos alternar esas virtudes y defectos, según la situación, pero no expresar ambos simultáneamente. De ahí que si logramos unir una virtud con su complementario, ese complementario, por ser el opuesto del dual, nos permite anclarnos en la virtud y así evitar el defecto. Como la Luna, que nos muestra siempre una misma cara, habremos logrado armonizar la dualidad para saltar al siguiente estadio evolutivo. En el lenguaje del Arte de Encontrarse lo llamo trascender el quinto nivel, el de la mente intermedia, para acceder al sexto, el de la mente superior. Implica trascender la condición humana para acceder a la angelical.
En el ejemplo visto, ello implica que una vez armonizada la dualidad entre el ser empático (virtud) y sensiblero (defecto), gracias al anclaje de esa empatía con el ser sosegado (virtud complementaria), lograremos expresar una empatía sosegada, también llamada compasión. La compasión es pues una expresión elevada de la empatía, una empatía sin sensiblería.
Mientras que al trascender la dualidad entre el sosiego (virtud) y la frialdad (defecto), gracias al anclaje del sosiego con la empatía, expresamos un sosiego empático, también llamado ecuanimidad. La ecuanimidad es pues la expresión elevada del sosiego, un sosiego sin frialdad.
Ello nos permite integrar dos virtudes de ese sexto estadio, al que llamo angelical. Nos permite ser compasivos y ecuánimes, dos virtudes complementarias que junto con la benevolencia y la simpática alegría, son consideradas por la religión budista como las más nobles virtudes del ser humano. En el Arte de Encontrarse esas son las virtudes vinculadas al elemento Agua, una vez logramos armonizar dicho elemento, pero hay otros tres elementos a armonizar (Tierra, Fuego y Aire), más un quinto elemento, una quintaesencia, que logramos armonizar una vez equilibrados los cuatro anteriores. Pero ese análisis no forma parte del presente artículo, y si quieres saber más te invito a leer sobre dicho arte.
Si he realizado dicha pequeña introducción es para que se comprenda mejor cómo la sociedad moderna actual, al estar basada en tres valores, y no enfatizar sus complementarios, nos está impidiendo armonizar esos valores. Tal anclaje se da al nivel mismo del idioma, de aquellas lenguas europeas como el inglés, francés, español y portugués, que se han extendido fuera de sus fronteras originales, pero cuyo vocabulario nos limita. Veamos pues cada uno de esos tres valores, junto con la forma como el lenguaje nos incentiva a anclarnos en una expresión de la complementariedad, a expensas de la otra. Considero que los tres valores primordiales de la sociedad moderna actual son: la competencia, la formalidad y la racionalidad, y así es como el lenguaje nos lleva a percibirlos como la única opción posible.
La competencia
LA MENTALIDAD OCCIDENTAL ha acabado equiparando la capacidad de competir con la destreza a la hora de llevar a cabo una tarea. De ahí que en muchos idiomas europeos se utilice la misma palabra o raíz para referirse a ambos. Por ejemplo, en castellano la competencia denota tanto “*oposición o rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa*” como “*pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado*”[1]. En inglés e italiano las palabras cambian, pero mantienen la misma raíz latina: «*competentia*».
A causa de ello, nuestro subconsciente relaciona ambos conceptos, equiparando la aptitud y destreza de una persona a su capacidad de competir. Además, obtener el término opuesto a la competencia es fácil; basta añadirle el prefijo in- y nos da la palabra ‘incompetencia’. De alguien competente nos fiamos, sin embargo no nos fiamos de alguien incompetente, pues dudamos de sus capacidades. Ello lleva a nuestro subconsciente a relacionar la incompetencia con la incapacidad de competir. Pero ¿cual es el complementario de la competencia?
Para ello debemos identificar sus duales. La virtud es la competencia vista como destreza. El defecto es la rivalidad. El opuesto de la rivalidad es la colaboración, de manera que competencia y colaboración constituyen virtudes complementarias. La colaboración también tiene su defecto dual, el cual es la incompetencia, pues uno puede acabar por ser incompetente si siempre deja que todo se lo hagan los demás, para así nunca tener que aprender. Y sin embargo la negación de la colaboración no la construimos con un prefijo (¿in-colaboración?) sino que para ella tenemos una nueva palabra (rivalidad) la cual muchos llegan incluso a ver de forma positiva pues perdieron la conexión con su opuesto.
Así es cómo aceptamos vivir en una sociedad que no premia la colaboración pero si la capacidad de competir. Se otorgan galardones al ganador, para reconocer su alto grado de destreza, pero nadie reconoce a aquellos que fueron los mejores colaboradores. No premiamos la capacidad de ayudar a otros, sino nuestra abilidad de competir y ganar.
De hecho, Occidente ha enfatizado la ‘competencia’ hasta el punto de sugerir y creerse que resulta imprescindible para propiciar la evolución de las especies. Constituye la llamada teoría evolutiva de Darwin. Ésta viene a argumentarnos que en la naturaleza sobrevive el más fuerte. Un ejemplo típico es el de aquellas especies animales en las que los machos luchan para convertirse en dominantes y aparearse con las hembras. “*Así gana el más fuerte, el más apto, propiciando la evolución de la especie, por ser sus genes superiores,*” nos argumentan. Pero ante tal afirmación, uno debe preguntarse: ¿es eso cierto?
Pongamos por ejemplo aquellas especies en las que el vencedor se queda con el harén entero, pudiendo aparearse con todas las hembras, mientras que el resto se queda sin pareja. Argumentar que esa lucha es esencial para que la especie evolucione es un sin-sentido. Los genes evolucionan a partir de la diversidad, no de la endogamia practicada cuando un macho dominante fecunda a todas las hembras, hasta que viejo ya, se ve obligado a partir para que uno de sus descendientes fecunde ahora a sus ‘hermanas’. La diversidad que nos permite evolucionar la tenemos cuando un macho y una hembra colaboran como pareja, para juntos sacar hacia adelante a una nueva generación; o cuando las hembras colaboran entre ellas, adquiriendo la responsabilidad conjunta de las crías, sin que necesariamente se conozca la paternidad de las mismas.
La teoría darwiniana de la evolución de las especies también alude a la escasez de recursos para justificar la necesidad de competir. “*Competir por lo poco que hay, como única opción de supervivencia*”. Sin embargo, en el ejemplo anterior aquello que causó la escasez no fue la naturaleza. Ella, en su sabiduría, hizo que nacieran un número equivalente de machos al de hembras. Lo que la causó fue la costumbre del macho dominante a quedarse con el harén entero. Y es que al observar la naturaleza―y la abundancia que la caracteriza―uno se percata de inmediato que ésta no se rige tanto por la competencia como por su complementario: la ‘colaboración’. El mundo natural no está basado en la lucha sino en la simbiosis. Y cuando hay escasez, ésta es artificial y viene originada por el deseo de unos pocos por acaparar.
La formalidad
LA FORMALIDAD CONSTITUYE el segundo de los valores. El ser formal denota seriedad. De alguien formal nos fiamos pues sabemos que cumplirá sus compromisos. Encontrar su concepto opuesto es fácil―basta añadirle de nuevo el prefijo in- y obtenemos la palabra ‘informal’. De alguien informal no nos fiamos, pues no sabemos si cumplirá con sus responsabilidades. Eso nos hace ver lo formal como una cualidad positiva, al igual como sucedía con la competencia. Sin embargo, pocos son los que se fijaron en el complementario del ser ‘formal’. Para ello buscamos la expresión dual del ser formal, y que es el ser forzado, el necesitar que las cosas se hagan siempre de una determinada forma―aquella estipulada por la norma. El opuesto forzado es espontáneo, y como ya sucedía con la colaboración, el opuesto de espontáneo no se obtiene simplemente añadiéndole un prefijo.
¿Cómo pudimos decantarnos por el lado de la formalidad sin la naturaleza es por definición espontánea? El soplo de viento que levanta el polvo; el chubasco repentino que nos deja empapados; el canto de un pájaro o la chirría de un grillo, el relámpago que ilumina el cielo; la flor que se abre mientras las restantes aun permanecen cerradas; el río que serpentea corriente abajo. No existen dos árboles que sean exactamente iguales, ni uno que tenga dos hojas idénticas, pues cada árbol y cada hoja forma parte de un proceso creativo que está más cerca de la espontaneidad que de la formalidad. De ser formal, el viento soplaría a una determinada hora; el chubasco no sería repentino, ni el canto del pájaro o la chirría del grillo. Los relámpagos se irían sucediendo a intervalos regulares. Las flores se abrirían todas al mismo tiempo. Los ríos descenderían como canales, siempre en linea recta. Y todos los árboles de una misma especie serían idénticos, como iguales serían sus hojas.
La formalidad la transmiten sobretodo las leyes. Cada vez que surge un problema, se crea una nueva ley, normativa o directriz para regularlo. Pero legislando problemas nunca lograremos evitar sus causas. Lo único que hacemos es esconderlas bajo un manto de normas, para que cuando éstas vuelvan a manifestar otro problema, aun nos resulte más difícil identificarlas y atajarlas. Ello va creando una sociedad cada vez menos espontánea y más regulada, menos libre y más controlada.
La racionalidad
LA RACIONALIDAD CONSTITUYE la tercera virtud enfatizada por la sociedad ‘moderna’. Ser racional implica estar dotado de razón, es decir, de capacidad de discernimiento. Darle la razón a alguien implica estar de acuerdo con lo que dice o hace. De hecho, otorgamos tanta importancia a la capacidad de razonar, que hemos perdido la conexión con nuestro corazón. El psicólogo suizo Carl Jung lo describe con gran lucidez al repetir una conversación que mantuvo con un jefe nativo americano en Taos, Nuevo México, en 1932.
«Mira», decía Ochwiá Biano, «lo crueles que parecen los blancos. Sus labios son finos, su nariz puntiaguda, sus rostros los desfiguran y surcan las arrugas, sus ojos tienen duro mirar, siempre buscan algo. ¿Qué buscan? Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Creemos que están locos».
Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos.
Me respondió: «Dicen que piensan con la cabeza.»
«¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?», le pregunté.
*«Nosotros pensamos aquí», dijo señalando su corazón.[2] *
Tanto énfasis en el proceso de razonar, ha hecho que vivamos en nuestras cabezas y nos olvidemos del corazón. Para describir a aquellos que piensan con el corazón, Occidente también ha ideado una palabra: ‘irracional’. De nuevo vemos como el valor imperante puede ser fácilmente negado con un prefijo. Irracional es aquel o aquello carente de razón. Decir que algo es irracional implica afirmar que no tiene sentido, que es absurdo. Sin embargo, pocos son los que tienen en cuenta el complementario de la ‘racionalidad’. Para encontrarlo debemos percibir la cara oscura de la racionalidad. De hecho, tal es el énfasis que se ha puesto en la racionalidad que ni una palabra se ha creado para referirse a su expresión negativa. Es por ello que para encontrar su expresión complementaria debemos buscar la virtud de la irracionalidad, la cual es la intuición.
Tanto racionalidad como intuición nos pueden llevar a creer en el absurdo. El primero lo hace limitando nuestras opciones, mientras que el segundo lo hace como resultado de expandirlas. La persona excesivamente racional dirá: “no me lo creo hasta que no me demuestren lo contrario”, pero dado que la demostración de algo puede ser muy intuitiva, esa persona tal vez no se crea algo que sea obvio, lo cual le lleve a creerse el absurdo. Un ejemplo lo tenemos en el empirismo, el cual niega la existencia de aquello que no pueda ser percibido por los sentidos. Hoy sabemos que los sentidos solo perciben una fracción de lo que hay, solo perciben frecuencias comprendidas entre determinados rangos, y sin embargo aun hay aquellos que niegan lo que no ven
De ahí que lo más ‘irracional’ que hay sea tal vez el excesivo racionalismo, el vivir completamente en la cabeza. Al obrar de tal modo, uno acaba construyendo un mundo de fantasía, separado de la realidad. Si hay algo a lo que podamos llamar ‘realidad’, es aquello que compartimos con los demás. Pero la cabeza no es la que comparte. Ésta se limita a relacionar información almacenada en los bancos de memoria. El que comparte es el corazón. El corazón es aquel que nos permite vivir en íntimo contacto con los demás, y con esa realidad que la ciencia ya ha demostrado que no es objetiva ni única, sino que es subjetiva, no en el sentido de que cada uno la interpreta de forma distinta sino en el sentido más profundo de que cada uno la proyecta de una forma distinta. La realidad como proyección y no como interpretación de algo que existe externo a nosotros y que dispone de una única forma ‘correcta’ de ser interpretado.
Desequilibrio de valores
OBSERVAMOS CÓMO LOS tres valores vistos pueden ser negados fácilmente. Para ello tan solo fue necesario añadirles un prefijo obteniendo un opuesto que denota negatividad. Al contrastar los valores vistos con sus opuestos, se nos justifica que nos mantengamos en los actuales extremos de la excesiva competencia, formalidad y racionalidad, pues la alternativa sería un mundo de incompetencia, informalidad e irracionalidad. Sin embargo, para hallar el equilibrio, los valores vistos no deben ser contrastados con sus opuestos, sino con sus complementarios.
En la complementariedad uno de los conceptos puede ser vinculado a lo masculino, mientras que su complementario lo es a lo femenino. Así la competitividad es masculina, frente a la cooperación, más típicamente femenina. La formalidad también es masculina, mientras que la espontaneidad sería femenina. Y la racionalidad vuelve a ser masculina, en contraste a la intuición femenina.
También observamos como el lenguaje no nos permite negar la cooperación, la espontaneidad y la intuición con la misma facilidad. A ninguna de las tres palabras se les puede anteponer un prefijo, para obtener su opuesto que denote negatividad. De hecho, en el caso de la intuición no hay ni opuesto, pues a nadie se le ocurrió que la racionalidad pudiera tener un rostro negativo. Estamos sufriendo las consecuencias de esa excesiva racionalidad y aun seguimos sin disponer de una palabra que nos describa ese efecto tan pernicioso.
Al poseer cada uno de los valores masculinos un opuesto que denote negatividad, y al no poderse negar su complementario femenino con la misma facilidad, el lenguaje nos induce a contrastar cada valor masculino no con su complementario, para así buscar el punto de equilibrio, sino con su opuesto, con la negación del atributo masculino. Ello causa que sea justamente esa negación la que sea percibida como par femenino, llevando a muchos a considerar lo femenino como incompetente, informal e irracional.
De dicha forma tan sutil se nos incita a percibir el atributo masculino como la única opción posible, justificándose que nos mantengamos en el actual extremo, basado en la competitividad, la formalidad y la racionalidad. Por ello, el equilibrio no será posible hasta que no pongamos un mayor énfasis en los complementarios femeninos, para construir así una sociedad en la que la cooperación, la espontaneidad y la intuición estén más valoradas.
Contraste con otras culturas
LOS TRES VALORES vistos distan mucho de coincidir con los que expresan las culturas indígenas del planeta. Pongamos por ejemplo el de la cultura andina.
El andino no busca ‘competir’, sino servir al grupo. Ese servicio se realiza mediante «*llankay*», palabra que podría ser traducida como trabajo, pero que sin embargo denota mucho más. Llankay es un trabajo que ennoblece el alma y realiza al Ser. No es un trabajo que somete y denigra. El occidental acusa al indígena de ser ocioso, pero no se da cuenta que su falta de interés es hacia el tipo de labores en las que occidente ha convertido el trabajo, labores rutinarias y repetitivas que enajenan el Ser.
Como segundo valor andino tenemos al ‘amor’ (munay). El andino rige su sociedad a partir de dicho principio, en claro contraste a la formalidad occidental. La formalidad de tenerlo todo regulado y legislado no ayuda a evitar el crimen cuando la ley no es aplicada a todos por igual, o cuando son tantas las leyes que se contradicen, o cuando son injustas, o cuando los que han de dar ejemplo no lo dan. Con tanta formalidad acabamos negando su complementario: la espontaneidad.
El amor también tiene un dual: el odio. Muchos pensaron que ese era su opuesto, lo cual demuestra el nivel de confusión actual. El opuesto del amor no es el odio sino la indiferencia. Se muere más rápido por indiferencia que por odio. La indiferencia constituye pues la expresión negativa, mientras que la aceptación y el desapego constituyen su cara positiva. El amor tiene pues en la aceptación y el desapego a sus complementarios, los cuales nos evitan caer en el odio. Y es que donde hay aceptación y desapego, no puede haber odio.
El tercero de los valores andinos es la ‘sabiduría’ (yach’ay). Occidente se pensó que el racionalismo le llevaría a alcanzar el conocimiento, pero no se dio cuenta que la verdadera sabiduría es sobretodo intuitiva, y que la excesiva racionalidad acabó justamente por negar esa sabiduría. En cambio, el mundo andino consideró directamente a la sabiduría como el valor a alcanzar, sin limitar los caminos para alcanzarla a la doctrina impuesta por el racionalismo.
Valores y chakras
AQUELLOS QUE ESTÉN familiarizados con los chakras o centros energéticos en el ser humano, percibirán en los tres valores andinos la siguiente progresión.
La voluntad por el trabajo bien hecho (llankay) permite madurar el centro energético del ombligo, al cual el andino le vincula la figura del puma.
Cuando ese trabajo bien hecho se convierte en un servicio hacia los demás, el siguiente centro―el del corazón―empieza a abrirse. Dicho centro está vinculado al amor (munay) y el andino lo relaciona con el colibrí.
Será entonces que ese amor hacia los demás, emanando de nuestro pecho, empiece a activar los dos centros superiores, vinculados al conocimiento (yach’ay). Éstos son: el centro energético de la garganta, vinculado a la capacidad de comunicar el conocimiento, y el del entrecejo, fuente intuitiva de la sabiduría. A ellos, el andino les asigna la figura del cóndor.
No se trata, por lo tanto, de tres valores superfluos, sino que los mismos se inscriben dentro de un plan evolutivo humano, a partir del cual podemos ir despertando nuestro potencial.
En cambio la ‘competencia’ es una cualidad propia del centro energético del perineo, ubicado entre los genitales y el ano. Dicho centro tiene como función primordial el garantizar nuestra supervivencia. Aquellos que lo tengan inmaduro y poco energetizado se sentirán temerosos, vulnerables e inseguros. Mientras que aquellos que lo tengan también inmaduro, pero muy energetizado, buscarán constantemente el competir contra los demás. El andino vincula el centro del perineo a la figura de la serpiente y es que la competencia no hace más que exacerbar nuestra mente reptiliana, basada en la lógica binaria del luchar o huir para sobrevivir.
La ‘formalidad’ vuelve a ser otra cualidad vinculada a dicho centro del perineo. Aquel que no lo tenga maduro, buscará la seguridad tan ansiada en la formalidad, en el saber que si cumple las normas que la sociedad le impone al pie de la letra, no tiene porque preocuparse. Mientras que aquel que lo haya madurado, tenderá a ser espontáneo. Su falta de miedo le permite actuar con espontaneidad, al saber que nada es casual, que todo responde a una intencionalidad. Esa convicción o fe es el resultado de haber despertado los centros superiores.
¿Y la ‘racionalidad’? Según el yoga, la capacidad de razonar y deducir información son atributos de la mente intermedia, la cual está ubicada en el centro energético del ombligo. Cuando el centro del obligo se halle muy energetizado, pero aun inmaduro, el sujeto tenderá a pensar en exceso y solo en si mismo. Tenderá a creerse sus propias mentiras para así justificar sus actos egoístas. En cambio, a medida que el centro empiece a madurar, el sujeto aprenderá a utilizar toda esa fuerza de voluntad ya no para defenderse y justificarse a si mismo, sino para llevar a cabo una labor, un trabajo bien hecho (llankay).
Y será en la medida en que ofrezca el fruto de esa labor como servicio hacia los demás, que empezará también a abrir el siguiente centro: el del corazón. Es entonces que dejará de pensar con la cabeza y empezará a hacerlo con el corazón, dejará de pensar desde el centro energético del ombligo para empezar a hacerlo desde el pecho.
Observamos cómo los tres valores de la sociedad actual nos mantienen los centros del perineo y ombligo inmaduros pero energetizados, impidiéndonos el poder evolucionar espiritualmente. Mientras que los tres valores andinos nos permiten madurar el centro del ombligo, para saltar al del corazón, y desde allí activar los centros superiores. ¡Qué no nos extrañe pues que vivamos en una sociedad disfuncional! Vivimos en una sociedad en la que sus valores fundamentales nos mantienen anclados al nivel de los centros inferiores, en vez de permitirnos evolucionar.
Notas a Pie:
________________________________________
Definiciones según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. ↑
C.G.Jung “Recuerdos, Sueños, Pensamientos”. Seix Barral. 2001\. Barcelona. España. pg 207\. ↑
Translation - Portuguese Contraste de Valores
Marc Torra
A dualidade entre virtude e defeito
OS VALORES CONSTITUEM aquele conjunto de virtudes que uma sociedade considera acima das demais. Constituem qualidades que buscarão difundir, no melhor dos casos, ou impor, no pior.
Cada cultura ou comunidade incentiva seu próprio conjunto de valores, os quais não têm porque coincidir com os das outras culturas. De fato, em muitos casos, os valores serão distintos, permitindo que desse contraste surja a diversidade e a tensão criada, o equilíbrio de forças. No entanto, a sociedade moderna atual se encontra em desequilíbrio, visto que alguns poucos valores predominam sobre o resto. São valores que negaram seus complementos, impedindo que possam ser convenientemente harmonizados, o que faz do valor mais um defeito que uma virtude.
Virtude e defeito constituem conceitos duais. Isso significa que constituem as duas caras de uma mesma moeda ― o que para uns é uma virtude, para outros é um defeito, o que é considerado uma virtude em uma situação concreta, pode ser um defeito em um contexto diferente. Por exemplo, ser sossegado é uma virtude, mas essa serenidade interior talvez traga à pessoa um comportamento extremamente frio e calculista. Ser empático também é uma virtude, mas essa mesma empatia talvez faça a pessoa ser sensível e emocional. Por isso, sossego e frieza constituem conceitos duais, assim como também são a empatia e sensibilidade.
Como expressar a virtude e não o seu oposto - o defeito? Em uma dualidade, se negarmos seu aspecto negativo, ele eventualmente crescerá até nos possuir. Uma forma de negá-lo, é acreditar que só temos o aspecto positivo. Em outras palavras, implica em acreditar que possuímos a virtude, mas não sua manifestação ruim. Tal pretensão nos levará a ser possuídos por sua dualidade, tal como se explica no artigo Poseídos por el Tiempo para a dualidade espaço/tempo. Então, ao invés de negar o defeito, o que devemos fazer é harmonizá-lo com a virtude. Só assim evitaremos que este defeito possa crescer à sombra de nossa consciência até acabar nos dominando.
Mas como podemos harmonizá-lo? O primeiro passo é reconhecer que em uma dualidade um não pode ser separado do outro. As dualidades se comportam como imãs*―*por mais que um imã se parta em dois, cada uma de suas partes seguirá expressando um polo positivo e outro negativo, sem que nos deixe com a pretensão de ficarmos somente com seu polo positivo. Isso é expresso de uma forma extremamente lúcida pelo escritor de origem cheyenne Hyemeyohsts Storm quando escreve:
Essas pessoas (os europeus) foram informadas pelos batinas pretas (o clero) que o bem e o mal existem como conceitos separados. Ao falar com eles sobre dita filosofia, pudemos descobrir sua confusão. Desmembraram ambos conceitos. Mas eles não estão separados. São como dois galhos principais de uma mesma árvore que se bifurcam, e se uma metade tenta desprender-se da outra a árvore acabará mutilada, ou morrerá. Nos demos conta de que essa gente tentava partir esta árvore com sua lei, mas as leis não podem dividir em dois essa árvore. Em vez de tomar dito caminho tão doloroso e pouco produtivo, devemos harmonizar o paradoxo de nossa natureza dual com a unidade que nos define no Universo (Hyemeyohsts Storm 1975, Seven Arrows, Ballantine Books, New York: EEUU. pg 125)
O que podemos fazer com uma dualidade é harmonizá-la, para que sempre expresse sua face gentil. É como a lua, que sempre nos mostra a mesma cara, sem que isso signifique sua face oculta tenha desaparecido.
Por Dylan Odonnell. Imagem de Domínio Público.
Sempre nos mostra a mesma cara devido a um fenômeno chamado acoplamento de maré. Tal acoplamento se dá quando um corpo celeste perde sua rotação própria, devido à fricção exercida por outro corpo celeste. Ao perdê-la, aquela face em que se concentra a maior massa acabará sendo a que sempre aponta para o corpo celeste que lhe fez perder seu movimento próprio. É como atar um peso em uma roda para depois fazê-la girar. A princípio girará, mas uma vez que perda sua inércia inicial, a atração terrestre fará que essa parte da roda a qual o peso foi adicionado, acabe sempre apontando para baixo.
O mesmo podemos fazer com as dualidades, harmonizá-las de tal forma que sempre nos mostrem seu lado gentil. Para isso, necessitamos encontrar os complementos dessa dualidade e unir aquela expressão que queremos ancorar com seu complementário. É como a Lua, que tem na Terra seu complemento, e se ancora a ela, uma vez perdida sua inércia inicial. Assim, da mesma forma, devemos fazer com que a dualidade entre nossas virtudes e defeitos acabem por perder sua inércia inicial, para que então possamos ancorá-las com seus complementos.
Como encontrar o complemento? Para isso existe uma fórmula muito concreta que nos diz:
O complemento é o oposto da dualidade.
No caso das virtudes, a fórmula está nos indicando como a virtude complementária é o oposto do defeito associado a ela. Por exemplo, se ser sossegado tem suas expressões da dualidade na frieza, o oposto dessa frieza, isto é, o ser "quente", sensível e empático, será seu complementário.
Atributos de Água
Se a cautela tem no temor sua dualidade, o oposto do termo, isto é, a coragem, será o complemento dela, e a imprudência seu oposto.
Atributos de Terra
Se o otimismo tem o pessimismo como oposto, e esse o realismo como sua dualidade, então ser realista constituí o complemento de ser otimista.
Atributos de Ar
Por que o oposto de um defeito nos permite evitar esse defeito? Nos permite pois o oposto, por definição, é a negação de algo e, assim como se pode expressar algo e ao mesmo tempo sua dualidade, ou se pode unir algo ao seu complementário, os opostos não podem expressar-se simultaneamente. Podem se alternar, mas nunca se expressarem ao mesmo tempo. Por exemplo, pode-se ser frio e sossegado (dualidades), mas não podemos ser frios e empáticos ao mesmo tempo, nem podemos ser sossegados e sensíveis concomitantemente. Podemos alternar essas virtudes e defeitos, conforme a situação, mas não expressar ambos simultaneamente. Dessa forma, se conseguirmos unir a virtude com seu complementário, este, por ser o oposto da dualidade, nos permite ancorar na virtude e assim evitar o defeito. Como a Lua, que nos mostra sempre uma mesma face, haveremos conseguido harmonizar a dualidade para saltar ao estágio seguinte de evolução. Em termos da Arte de se encontrar, é chamado transcender ao quinto nível, o da mente intermediaria, para acender ao sexto, o da mente superior. Implica transcender a condição humana para acessar a angelical.
No exemplo visto, isso implica que, uma vez harmonizada a dualidade entre ser empática (virtude) e sentimentalismo (defeito) - graças à ancoragem dessa empatia com o ser sossegado (virtude complementária) -, conseguiremos expressar uma empatia sossegada, também chamada de compaixão. A compaixão é, portanto, uma expressão elevada de empatia, uma empatia sem sentimentalismo.
Enquanto que ao transcender a dualidade entre o sossego (virtude) e a frieza (defeito), graças à ancoragem do sossego com a empatia, expressamos um sossego empático, também chamado equanimidade. A equanimidade é, portanto, a expressão elevada do sossego, um sossego sem frieza.
Isso nos permite integrar duas virtudes desse sexto estágio, o que chamo de angelical. Nos permite ser compassivos e autênticos, duas virtudes complementárias que, junto com a benevolência e a simpática alegria, são consideradas pela religião budista como as mais nobres virtudes de um ser humano. Na Arte Encontrar-se, essas são as virtudes vinculadas ao elemento Água, mas, uma vez que conseguimos harmonizar dito elemento, ainda há outros três para harmonizar (Terra, Fogo e Ar), más um quinto elemento, uma quintessência, que conseguimos harmonizar uma vez equilibrados os quatro anteriores. Mas essa análise não faz parte do presente artigo, e se quiser saber mais, te convido a ler sobre dita arte.
Se realizei essa pequena introdução, é para que se compreenda melhor como a sociedade moderna atual, ao estar baseada nos três valores, e não enfatizar seus complementos, nos impede de harmoniza-los. Tal entrave ocorre, também, no nível idiomático daquelas línguas europeias como o inglês, o francês, o espanhol e o português, que se difundiram amplamente fora de suas fronteiras originais, mas cujo vocabulário nos limita. Vejamos então, cada um desses três valores, junto com a forma como a linguagem nos incentiva a ancorarmos em uma expressão de complementariedade à custa da outra. Considero que os três valores primordiais da sociedade moderna atual são: a competência, a formalidade e a racionalidade, e é assim como a linguagem nos leva à percebe-los como a única opção possível.
A competência
A MENTALIDADE OCIDENTAL acabou equiparando a capacidade de competir com a destreza na hora de realizar uma tarefa. Partindo disso, muitos idiomas europeus se utilizam da mesma palavra ou raiz para referirem-se a ambos. Por exemplo, em castelhano a competência denota tanto "*oposição ou rivalidade entre dois ou mais que aspiram a obter a mesma coisa*" como "perícia, atitude, idoneidade para fazer algo ou intervir em um assunto determinado*”[1]. Em inglês e italiano as palavras mudam, mas mantêm a mesma raiz latina: “*competência*”.
Por conta disso, nosso subconsciente relaciona ambos conceitos, equiparando a atitude e a destreza de uma pessoa à sua capacidade de competir. Além disso, obter o termo oposto à competência é fácil; basta acrescentarmos o prefixo in- e teremos a palavra "incompetência". Confiamos em alguém competente, no entanto não confiamos em alguém incompetente, pois duvidamos de suas capacidades. Isso leva o nosso subconsciente a relacionar a incompetência à incapacidade de competir. Mas, qual é o complemento da competência?
Para saber, devemos identificar suas dualidades. A virtude é a competência vista como destreza. O defeito é a rivalidade. O oposto da rivalidade á a colaboração, de maneira que competência e colaboração constituem virtudes complementares. A colaboração também tem seu defeito contrário, que é a incompetência, pois não poderá deixar de ser incompetência se sempre deixa que tudo seja feito pelos demais, para assim nunca ter que aprender nada. E, no entanto, a negação de colaboração não pode ser construída com um prefixo (in-colaboração?), mas, para isso, temos uma nova palavra (rivalidade), a qual muitos chegam a ver, inclusive, de forma positiva, pois perderam a conexão com seu oposto.
Dessa forma aceitamos viver em uma sociedade que não premia a colaboração, mas a capacidade de competir. Concedem-se prêmios ao ganhador para reconhecer seu alto grau de destreza, mas ninguém reconhece aqueles que foram os melhores colaboradores. Não premiamos a capacidade de ajudar os outros, mas nossa habilidade de competir e ganhar.
De fato, o ocidente enfatizou a 'competência' a tal ponto de sugerir e crer que seja imprescindível para propiciar a evolução das espécies. Isso constituí a chamada 'teoria evolutiva de Darwin'. Que argumenta que na natureza o mais forte sobrevive. Um exemplo típico é o daquelas espécies de animais nas quais os machos lutam para tornarem-se dominantes e acasalar com as fêmeas. “*Assim ganha o mais forte, o mais hábil, propiciando a evolução da espécie, por seus genes superiores*” nos argumentam. Mas, diante de tal afirmação, alguém deve se perguntar: "Isso está correto?"
Pegamos de exemplo aquelas espécies nas quais o vencedor fica com um harém inteiro, podendo acasalar com todas as fêmeas, enquanto que o resto fica sem companheira. Argumentar que essa luta é essencial para que a espécie evolua é completamente sem sentido. Os genes evoluem a partir da diversidade, não da endogamia praticada quando um macho dominante fecunda todas as fêmeas, até que fique velho e se veja obrigado a partir para que um de seus descendentes fecunde agora suas "irmãs". A diversidade que nos permite evoluir ocorre quando um macho e uma fêmea colaboram como casal, para que juntos possam levar adiante uma nova geração; ou quando as fêmeas colaboram entre elas, adquirindo a responsabilidade conjunta das crias, sem que necessariamente se conheça a paternidade das mesmas.
A teoria darwinista da evolução das espécies também faz alusão à escassez de recursos para justificar a necessidade de competir. “*Competir pelo pouco que tem como uma opção de sobrevivência*”. No entanto, no exemplo anterior, aquilo que causou a escassez não foi a natureza. Ela, em sua sabedoria, fez com que nascessem um número equivalente de machos e fêmeas. O que a causou foi o costume do macho dominante de ficar com um harém inteiro. E é observando a natureza ― e a abundância que a caracteriza― que a pessoa se dá conta de imediato que está não é regida tanto pela competição, mas por seu complemento: a 'colaboração' O mundo natural não é baseado na luta, mas na simbiose. E quando há escassez, está é artificial, e tem origem no desejo de uns poucos em monopolizar.
A formalidade
A FORMALIDADE CONSTITUE o segundo dos valores. Ser formal denota seriedade. Confiamos em uma pessoa formal, pois sabemos que cumprirá seus compromissos. Encontrar seu conceito oposto é fácil ― basta acrescentar de novo o prefixo in - e obtemos a palavra 'informal'. Não confiamos em alguém informal, pois não sabemos se cumprirá com suas responsabilidades. Isso nos faz ver a formalidade como uma qualidade positiva, assim como ocorreu com a competência. No entanto, poucos são os que prestam atenção no complemento de ser 'formal'. Para isso buscamos a expressão dualística de formal, que é ser forçado, é necessitar que as coisas sejam sempre de uma determinada forma ― aquela estipulada pela norma. O oposto de forçado é espontâneo, e, como ocorreu com a colaboração, o oposto de espontâneo não se obtém simplesmente acrescentando um prefixo.
Como poderíamos optar pelo lado da formalidade sem que a natureza fosse, por definição, espontânea? O sopro do vendo que levanta a poeira, a pancada de chuva que nos deixa ensopados; o canto de um pássaro, o chiar de um grilo, o relâmpago que ilumina o céu; a flor que se abre enquanto as restantes ainda permanecem fechadas; o rio que serpenteia corrente abaixo. Não existem duas árvores que sejam exatamente iguais, nem uma que tenha duas folhas idênticas, pois cada árvore e cada folha forma parte de um processo criativo que está mais próximo da espontaneidade que da formalidade. Se fosse formal, o vento sopraria em uma determinada hora; a pancada de chuva não seria repentina, nem o canto do pássaro ou o chiar do grilo. Os relâmpagos iriam acontecendo em intervalos regulares. As flores se abririam todas ao mesmo tempo. Os rios desceriam como canais, sempre em linha reta. E todas as árvores de uma mesma espécie seriam iguais, bem como suas folhas.
A formalidade é transmitida sobretudo pelas leis. Cada vez que surge um problema, se cria uma nova lei, normativa ou diretriz para regulá-lo. Mas legislando problemas nunca conseguiremos evitar suas causas. A única coisa que fazemos é escondê-las debaixo de um manto de normas, para que quando voltem a manifestar outro problema, seja ainda mais difícil identificá-las e detê-las. Isso vai criando uma sociedade cada vez menos espontânea e mais regulada, menos livre e mais controlada.
A racionalidade
A RACIONALIDADE constituí a terceira virtude enfatizada pela sociedade 'moderna'. Ser racional implica estar dotado de razão, isto é, de capacidade de discernimento. Dar a razão a alguém implica estar de acordo com o que diz ou faz. De fato, damos tanta importância à capacidade de raciocinar que perdemos à conexão com nosso coração. O psicólogo suíço Carl Jung o descreve com grande lucidez ao repetir uma conversa que teve com um chefe nativo estadunidense em Taos, Nuevo México, em 1932.
"Veja", dizia Ochwiá Biano, "como os brancos parecem cruéis. Seus lábios são finos, seu nariz pontiagudo, seus rostos desfigurados e cheios de rugas, seus olhos têm um olhar duro, sempre procuram algo. O que procuram? Os brancos sempre querem algo, estão inquietos e vivem sem sossego. Não sabemos o que querem. Não lhes compreendemos. Acreditamos que estejam loucos".
Lhe perguntei por que pensava que todos os brancos estavam loucos.
Ele me respondeu: "Dizem que pensam com a cabeça."
"Está certo! Com o que você pensa?", lhe perguntei.
*"Nós pensamos aqui", disse apontando para seu coração[2] *
Tanta ênfase no processo de raciocinar, nos fez viver em nossas cabeças e nos esquecemos do coração. Para descrever àqueles que pensam com o coração, o ocidente também idealizou uma palavra: 'Irracional'. De novo vemos como o valor dominante pode ser facilmente negado com um prefixo. Irracional é aquele ou aquilo carente de razão. Dizer que algo é irracional implica afirmar que não tem sentido, que é um absurdo. No entanto, poucos são os que têm em mente o complemento da 'racionalidade'. Para encontrá-lo, devemos perceber o lado escuro da racionalidade. De fato, tamanha é a ênfase que colocaram sobre a racionalidade que nenhuma palavra foi criada pra referir-se à sua expressão negativa. É por isso que para encontrar sua expressão complementária devemos buscar a virtude da irracionalidade, que é a intuição.
Tanto a racionalidade como a intuição nos podem levar a crer no absurdo. O primeiro o faz limitando nossas opções, enquanto o segundo é um resultado de expandi-las. A pessoa excessivamente racional dirá: "não creio até que me demonstrem o contrário", mas dado que a demonstração de algo pode ser muito intuitiva, essa pessoa talvez não creia em algo que seja obvio, o que a faz acreditar no absurdo. Temos esse exemplo no empirismo, o qual nega a existência daquilo que não possa ser percebido pelos sentidos. Hoje sabemos que os sentidos só percebem uma fração do que existe, só percebem frequências compreendidas entre determinados níveis, e, no entanto, ainda há aqueles que negam o que não veem.
Daí que a coisa mais 'irracional' que existe seja, talvez, o excessivo racionalismo, é o viver completamente pela cabeça. Ao agir de tal modo, a pessoa acaba constituindo um mundo de fantasia, separada da realidade. Se há algo que podemos chamar de 'realidade', é aquilo que compartilhamos com os demais. Mas a cabeça não é algo que podemos compartilhar. Esta se limita a relacionar informação armazenada nos bancos de memória. O que compartilhamos é o coração. O coração é aquele que nos permite viver no íntimo contato com os demais, e com essa realidade que a ciência já demonstrou não ser objetiva nem única, mas subjetiva, não no sentido de que cada um a interpreta de forma distinta mas sim no sentido mais profundo de cada um a projeta de uma forma distinta. A realidade como projeção e não como interpretação de algo que existe externo a nós e que dispõe de uma única forma 'correta' de ser interpretada.
Desequilíbrio de valores
OBSERVAMOS COMO OS três valores vistos podem ser negados facilmente. Para isso só se faz necessário adicionar um prefixo obtendo um oposto que denota negatividade. Ao contestar os valores vistos como opostos, nos justifica que nos mantenhamos nos atuais extremos da excessiva competência, formalidade e racionalidade, pois a alternativa seria um mundo de incompetência, informalidade e irracionalidade. No entanto, para encontrar o equilíbrio, os valores vistos não devem ser contrastados com seus opostos, mas como seus complementos.
Na complementariedade, um dos conceitos pode ser vinculado ao masculino, enquanto que seu complemento é do feminino. Assim a competitividade é masculina, frente à cooperação, mais tipicamente feminina. A formalidade também é masculina, enquanto que a espontaneidade seria feminina. E a racionalidade volta a ser masculina, em contraste, a intuição é feminina.
Também observamos como a linguagem não nos permite negar a cooperação, a espontaneidade e a intuição com a mesma facilidade, em nenhuma das três palavras pode se antepor um prefixo, para obter seu oposto que denote negatividade. De fato, no caso da intuição não há nem oposto, pois ninguém pensou que a racionalidade pudesse ter uma face negativa. Estamos sofrendo as consequências dessa excessiva racionalidade e ainda seguimos sem dispor de uma palavra que nos descreva esse efeito tão pernicioso.
Ao possuir cada um dos valores masculinos um oposto que denote negatividade, e ao poder se negar seu complementário feminino com a mesma facilidade, a linguagem nos induz a contrastar cada valor masculino não com seu complemento, para assim buscar o ponto de equilíbrio, mas com seu oposto, com a negação do atributo masculino. Isso causa justamente a negação do que seja percebido como feminino, levando muitos a considerar o feminino como incompetente, informal e irracional.
De dita forma tão sutil, nos incita a perceber o atributo masculino como a única opção possível, justificando-se que nos mantenhamos no atual extremo, baseado na competitividade, na formalidade e na racionalidade. Para isso o equilíbrio não será possível até que coloquemos uma ênfase maior nos complementos femininos, para construir assim uma sociedade em que a cooperação, a espontaneidade e a intuição sejam mais valorizadas.
Contraste com outras culturas
OS TRÊS VALORES vistos, estão muito distantes de coincidir com os que expressam as culturas indígenas do planeta. Peguemos como exemplo a cultura andina.
O andino não busca 'competir', mas servir o grupo. Esse serviço é realizado mediante "*llankay*", palavra que poderia ser traduzida como trabalho, mas que, no entanto, denota muito mais. Llankay é um trabalho que enobrece a alma e realiza o ser. Não é um trabalho que submete e denigra. O ocidental acusa o indígena de ser ocioso, mas não se dá conta de que sua falta de interesse é ao tipo de trabalho que o ocidente criou, trabalhos rotineiros e repetitivos que alienam o ser.
Como segundo valor andino, temos o ‘amor’ (munay). O andino rege sua sociedade a partir de dito princípio, em claro contraste à formalidade ocidental. A formalidade de ter tudo regulado e legislado não ajuda a evitar o crime quando a lei se não se aplica a todos por igual, ou quando são tantas as leis que se contradizem, ou quando são injusta, ou quando os que tem que dar exemplo não o fazem. Com tanta formalidade acabamos negando seu complemento: a espontaneidade.
O amor também tem uma dualidade: o ódio. Muitos pensam que esse é seu oposto, o que demonstra o nível de confusão atual. O oposto do amor não é o ódio, mas a indiferença. Se morre mais rápido por indiferença que por ódio. A indiferença constituí então sua expressão negativa, enquanto a aceitação e o desapego sua face positiva. O amor tem, portanto, na aceitação e no desapego seus complementos, os quais nos evitam de cair no ódio. E onde há aceitação e desapego, não pode haver ódio.
O terceiro valor dos andinos é a 'sabedoria' (yach’ay). O ocidente pensou que o racionalismo o levaria a alcançar o conhecimento, mas não se deu conta de que a verdadeira sabedoria é, sobretudo, intuitiva, e que a excessiva racionalidade acabou justamente por negar essa sabedoria. Em contrapartida, o mundo andino considerou diretamente a sabedoria como valor a alcançar, sem limitar os caminhos para alcançar, também, a doutrina imposta pelo racionalismo.
Valores e chakras
AQUELES QUE ESTÃO familiarizados com os chakras ou centros de energia do ser humano, perceberão nos três valores andinos a seguintes progressões.
A vontade pelo trabalho bem feito (llankay) permite amadurecer o centro energético do umbigo, ao qual o andino vincula a figura do puma.
Quando esse trabalho bem feito se converte em um serviço aos demais, o centro seguinte ― o do coração ― começa a se abrir. Dito centro está vinculado ao amor (munay) e o andino o relaciona ao beija-flor.
Será então que esse amor aos demais, emanado de nosso peito, começará a ativar os demais centros superiores, vinculados ao conhecimento (yach’ay). São eles: o centro energético da garganta, vinculado à capacidade de comunicar o conhecimento, e o terceiro olho, fonte intuitiva da sabedoria. A eles o andino associa à figura do condor.
Não se trata, portanto, de três valores supérfluos, mas que os mesmos se inscrevem dentro de um plano evolutivo humano, a partir do qual podemos ir despertando nosso potencial.
Em contrapartida, a 'competência' é uma qualidade própria do centro energético do períneo, localizado entre os genitais e o anus. Dito centro tem como função primordial garantir nossa sobrevivência. Aqueles que os têm imaturos e pouco energizados se sentirão temerosos, vulneráveis e inseguros. Enquanto aqueles que o têm também imaturo, mas muito energizados, buscarão constantemente competir com os demais. O andino vincula o centro do períneo à figura da serpente e é a competência que nos faz exacerbar mais nossa mente reptiliana, baseada na lógica binária de lutar, ou fugir para sobreviver.
A 'formalidade' volta a ser outra qualidade vinculada a dito centro do períneo. Aquele que não o tem amadurecido, buscará a segurança tão esperada na formalidade, em saber que está cumprindo as normas que a sociedade lhe impõe ao pé da letra, não tem porque se preocupar. Enquanto aquele que o tem amadurecido, tenderá a ser espontâneo. Sua falta de medo lhe permite atuar com espontaneidade, ao saber que nada é casual, que tudo responde a uma intencionalidade. Essa convicção ou fé, é o resultado de ter despertado os centros superiores.
E a 'racionalidade'? Segundo o yoga, a capacidade de raciocinar e deduzir informação são atributos da mente limitada, a qual está localizada no centro energético do umbigo. Quando o centro do umbigo se encontra muito energizado, mas ainda imaturo, o sujeito tenderá a pensar em excesso e só em si mesmo. Tenderá a acreditar em suas próprias mentiras para assim justificar seus atos egoístas. Por outro lado, à medida que o centro começa a amadurecer, o sujeito aprenderá a utilizar toda essa força de vontade não para defender-se ou justificar-se, mas para realizar um trabalho bem feito. (llankay).
E será na medida em que se ofereça o fruto desse trabalho como serviço aos demais, que começará também a abrir o seguinte centro: o do coração. É então que deixará de pensar com a cabeça e começará a fazê-lo com o coração, deixará de pensar a partir do centro energético do umbigo para começar a fazê-lo a partir do peito.
Observamos como os três valores da sociedade atual mantém os centros do períneo e umbigo imaturos, mas energizados, impedindo-nos de poder evoluir espiritualmente. Enquanto os três valores andinos nos permitem amadurecer o centro do umbigo, para saltar do coração e, a partir daí, ativar os centros superiores. Que não nos esqueçamos que vivemos em uma sociedade disfuncional! Vivemos em uma sociedade na qual os valores fundamentais nos mantêm presos ao nível dos centros inferiores, em vez de nos permitir evoluir.
Notas de rodapé:
________________________________________
Definições do Dicionário da Real Academia da Língua. ↑
C.G.Jung “Lembranças, Sonhos, Pensamentos”. Seix Barral. 2001\. Barcelona. Espanha. pg 207\. ↑
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Traduzco desde el español y inglés hacia el portugués brasileño; y también desde el portugués hacia el español
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EVENTOS DE TRADUCCIÓN PROFESIONAL
Desde 2020, me sumo regularmente a eventos presenciales y online, talleres, workshop, cursos y clases impartidas por organizaciones brasileñas y extranjeras en el área de traducción y revisión.
“O Culto à Pobreza na Tradução: Pecado, Virtudes e Reflexão” (APTRAD, 2020)
“Quero ser tradutor, e agora?” (Escola de Tradutores, 2020)
“Masterclasse de Tradução Literária” (Instituto de Letras UERJ, 2020)
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3 años trabajando como publicista freelance, escribiendo y revisando textos, artes visuales para revistas, flyers, banners y otras piezas publicitarias.
IDIOMAS
Portugués: nativo
Español: avanzado
Inglés: intermediario
Japonés: básico
EXPERIENCIA ACADÉMICA
Licenciatura en Letras (portugués y español) - Universidade Cruzeiro do Sul, São Paulo, Brasil (2021)
∙Desde el español hacia el portugués brasileño: Misteriosas Historias, de Mª del Mar Angulló (Publicación independiente), 1st ed., 2019; ENtidades, de Diego Maenza (Tektime Editora), 2021.